Impulsan proyecto de Pirotecnia Cero en Río Negro

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Junto con el informe anual enviado a la Legislatura,  la defensora del Pueblo, Adriana Santagati, hizo una exposición de motivos en relación a que Río Negro debería contar con una ley de Pirotecnia Cero. Viedma, transitoriamente la prohibió por una cuestión de sequía en zonas urbanas y rurales.

La defensora fundamenta que de acuerdo a los datos estadísticos de la Sociedad de Pediatría de los Estados Unidos y la Organización Mundial de la Salud, el autismo es una condición que viene en aumento sostenido a nivel mundial desde hace años, y que se ha disparado en la última década.

Considera que gran parte de la población con autismo presenta una hipersensibilidad auditiva que se denomina Hiperacusia (popularmente conocemos como sordera lo opuesto que es la hipoacusia).

Recuerda que muchas personas con autismo son no hablantes, por lo que no pueden manifestar verbalmente este dolor. Otras, verbales, lo describen literalmente como “sensación de muerte”; sienten que la cabeza les va a explotar.

Santagati sostiene que el severo impacto de los estruendos en las personas con autismo hace que los diferentes eventos en los cuales se utiliza pirotecnia tengan efectos devastadores en la calidad de vida de esas personas y sus familias.

Apunta que los festejos navideños y deportivos se convierten, para estos semejantes, en una tragedia. El uso de pirotecnia no sólo afecta a las personas con autismo. El Alzheimer se encuentra en el otro extremo de la cadena de la sinapsis neuronal -en el autismo se encuentra acelerada y en el Alzheimer retardada- pero los efectos son perjudiciales para los dos porque muchas personas con Alzheimer (generalmente mayores, pero también jóvenes) con los estallidos pierden el sentido de la ubicación y pueden terminar con crisis conductuales o extraviarse.

Entiende que los adultos mayores que se encuentran internados en geriátricos también sufren las consecuencias de la pirotecnia, al igual que las personas que se encuentran ocasionalmente o de manera permanente institucionalizadas o internadas en unidades de terapia intensiva.

Se suma a ello el daño sobre mascotas, animales silvestres, fauna y flora autóctona. Esas severas afectaciones y riesgos sociales no tienen más contrapartida que una efímera actividad lúdica.

El contundente argumento indica que “todos los años se vulneran los derechos humanos de muchas personas y familias, se generan lesiones, se maltratan animales, se afecta al medio ambiente, y todo ello ocurre en aras de un divertimento pasajero que no reporta beneficio colectivo alguno. En una sociedad guiada por los principios de dignidad y solidaridad, esa ecuación costo – beneficio no resulta admisible”.

 

Concluye en que “el Estado no sólo debe observar por sí mismo los derechos humanos, sino que también tiene a cargo asegurar que los particulares hagan lo mismo en sus relaciones privadas y sociales. La temática que nos ocupa es un típico supuesto en el que el Estado debe arbitrar medidas para cumplir con ese deber de protección”.

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